Yo... Argentina
Sonó el timbre. Su vecina ya le caía encima para contarle del nuevo asalto en el barrio y que un desconocido se había colgado de algún teléfono de la cuadra ─¿No será del suyo Pantaleón?
Volvió y cayó pesadamente en la silla naranja vintage, años 70.
Crónica seguía inmutable: "El informe presentado por la diputada Anita del “Frente No Podemos” fue defenestrado en el Congreso por presentar faltas de ortografía y frases sumamente obsecuentes para con el presidente de la Cámara de Diputados, lo que provocó fuertes náuseas y varios vómitos entre los allí presentes. Mientras que el diputado Alonso del “Frente Ya Vamos a Cambiar” se levantó en medio de la sesión y salió corriendo con rumbo desconocido para no regresar nunca más. Pasando al ámbito internacional, nuestros ciudadanos han tenido inconvenientes para ingresar a otro país porque el plástico que cubre la foto del pasaporte se despega con facilidad. Sólo se puede ingresar a Rusia por los lazos de amistad con la Argentina. Al respecto, el Estado estudia los pliegos de licitación para la fabricación del llamado "pasaporte chip" que se coloca debajo de las uñas (entre la uña y la piel del pasajero) y sería así inalterable aunque un poco doloroso. Dicho pliego pertenece a la empresa alemana Mastrogësen, la única en presentarse, y se estima el precio de cada unidad en 4.000 euros que serían descontados de la caja del PAMI…"Pantaleón dejó el sándwich. Miró a su alrededor: un ambiente
supuestamente pop, supuestamente alegre, pero tan gris... Se quiso parar pero
se volvió a caer en la silla vintage.
Está de moda –dijo- pero me deja el traste cuadrado.
Crónica arremetía: "Un proyecto oficial planea evitar la
inflación poniendo Bingos en los clubes de jubilados para, de esta manera,
hacer circular el dinero que tienen guardado debajo del colchón. Sin embargo,
en el Senado aún no fue aprobado por la Presidente del Bloque de “Siempre los mismos nos Juntamos” por considerar que todos los jubilados tienen dólares de cara
chica. En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, se sigue incursionando en las
mejoras de las bicis sendas. Hoy se
ha publicado en el Boletín Oficial que los bici-sendistas están habilitados para
pasar semáforos en rojo, atropellar peatones y no ceder el paso a carritos con
bebés”
Tragó un poco de vino tetrabric y pronto presintió lo que se avecinaba:
Un eructo que venía de lo más profundo de sus tripas se abrió paso rápidamente,
salió de su boca y todo empezó a temblar. Una inmensa masa olorosa inundó la
cocina, el living comedor, el dormitorio... La desidia y la quietud se
mezclaban en el olor del salame rancio y el gusto agrio del contento pasajero,
la alegría disfrazada del gol de Racing que disfrutó un poco anoche, la
tranquilidad de "todavía tengo un trabajo hay que cuidarlo".
La primera en moverse fue una mesita de tres patas de 1957 más vintage
que la silla naranja; comenzó a girar en espiral y se elevó, se elevó y rajó
por la ventana, viajando por el espacio y el tiempo hasta llegar justo un
segundo antes de que una mamushka apoyara sobre ella una radio a transistores
en la cual anunciaban (en ruso, claro) el lanzamiento del satélite artificial
Spútnik I, adelanto del comunismo.
Después le siguió el escritorio de fórmica amarillo y patas metálicas,
también remolino y a rajar. Se instaló en el mayo francés de 1968, a tiempo
para que Cortázar terminara el capítulo 75 de Rayuela.
La psicodélica fuente de plástico con frutas de plástico llegó a los
postres de un hogar español en 1975, donde festejaban la muerte de Franco, y el
espejo decorado con borde de hojalata fileteada fue a parar a un cuartel
americano, donde el soldado Jhonny Black alcanzó a mirarse al pasar, después de
su reciente llegada de Vietnam.
La banqueta fucsia con almohadón amarillo salió en volteretas torpes y
así llegó a Puerta de Hierro donde no tuvo buen recibimiento, el perrito blanco
de Perón destrozó el almohadón en un segundo, ─ "Fuera
pichicho, fuera" decía Isabelita.
La cama tuvo inconvenientes para salir. Primero intentó por la ventana,
no hubo caso, así que se abrió el techo y salió volando, por supuesto a tiempo
para sostener el cadáver de Sadat que cayó pesadamente luego de ser asesinado
por extremistas islámicos (prefiero no mencionar qué grupo, no vaya a caerme un
escuadrón de la CIA por escribir esto).
En cambio, la lámpara de pantalla verde tuvo una salida suave, se
deslizó armoniosamente y fue a parar a la recámara principal del Papa Juan
XXIII, mientras éste terminaba la encíclica Pacem in terris y
su doctrina de la iglesia acerca de la paz y sus relaciones con el comunismo.
¿Otra vez el comunismo? Y, sí.
El sillón metálico de tiras de plástico blancas, el preferido de
Pantaleón, voló para sostener el cuerpo cansado del Che que acababa de
escribirle una carta a Frondizi donde le decía "Estuve
reflexionando sobre lo que hablé con usted, eso de que Cuba no insista en
querer exportar la revolución a otras naciones. Pero ¿sabe lo que pasa Arturo?
Aún sin injerencia o influencia cubana, la revolución es inevitable pues están
cerrados los caminos de la evolución pacífica en América".
Y así uno a otro, todos los muebles de la casa se rajaron. Definitivamente. Out,
fuera del país.
Pantaleón se quedó atónito, dando vueltas sobre sí mismo. Pero... ¡Ah!
El tapiz inca de la pared del living aún estaba ahí. Bastó para que lo mirara y
éste empezó a temblar, dio vueltas, y se esfumó literalmente. Fue a parar a la
sala de sacrificios del emperador inca Tupac Yupanqui... -Pero ¿no hace mucho de
esto?- Es que se quiso ir bien a la mierda, por la dudas.
Y así, Pantaleón buscó un lugar para sentarse. Su silla naranja ya había
volado para instalarse en la casa de una modesta familia de Glasgow,
justo a tiempo para mirar el resultado de las elecciones generales del Reino
Unido que, para sorpresa de la humilde familia, vencieron los conservadores de Edward
Heath. Los liberales perdieron la mitad de sus escaños.
Así que lo único que encontró Pantaleón
y que no pudo irse fue el inodoro. Se sentó y se puso a leer el diario.
─ Pero dígame doña Chola, ¿el pobre no pudo hacer nada?
─ Iba a hacerlo, pero justo se lo tragó el inodoro y fue a parar a las
cloacas y...
─ ¿Y usted no pudo hacer nada vecina?
─ Le repito, Erminda, no me haga preguntas, yo no sé nada, yo...
argentina.
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